Volcanes, playa y aventura: 6 días de invierno en Lanzarote

¡Un viaje para recordar!

Lejos de las verdes cumbres de mi isla, Lanzarote ofrece un paisaje singular y mágico que pude explorar por fin el invierno pasado. Tenía muchas ganas de visitar la isla de la lava y la naturaleza salvaje, y noviembre fue el mes elegido.

Aunque había oído hablar mucho de las maravillas de este oasis atlántico, Lanzarote no decepciona. El viaje a la isla me dejó soñando con una vida más integrada en la naturaleza, y deseando volver.

Fuente de agua cristalina con una pared de rocas de fondo en el Museo Lagomar en Lanzarote

Arquitectura integradora en el Museo Lagomar en Lanzarote

Paisajes espectaculares

Un asunto de trabajo me había llevado a Fuerteventura, así que llegué a Playa Blanca en ferry, una mañana temprano. El puerto y el pequeño pueblo con el que me encontré transmitían la sensación de vacaciones de verano interminables. Entre aquellos bares turísticos y tiendas de artículos de playa, me invadió una sensación de familiaridad.

Recogí el coche y salí a la carretera. Alejándome ya de las casas blancas habitadas mayormente por turistas que buscan escapar del frío, el paisaje volcánico y salvaje de Lanzarote entraba por la ventana y lo inundaba todo.

Pasé por La Geria y vi los pueblos típicos sobre los que había leído en el libro “Mararía”. Los volcanes asomaban al fondo, primos antiguos del que tuve cerca en La Palma. Extrañamente, los árboles no se echaban de menos; la aridez del paisaje contribuía a lo sublime de su belleza.

Las distancias no son largas en la isla y no pasó mucho tiempo hasta que llegué a mi alojamiento. Me dormí rápido, ansiosa por seguir explorando.

Parque de Timanfaya y playas

Al día siguiente, tocó la actividad que todas las guías marcan como indispensable, una excursión por las llanuras de lava solidificada del Timanfaya. Como era de esperar, el parque estaba lleno de gente y ya había leído que no se podía caminar libremente por el paisaje volcánico, pero la visita en guagua y las demostraciones con géisers fueron muy entretenidas.

Después de algo más de 1 hora, salí hacia las famosas playas del Papagayo, en la zona sur. Aunque es cierto que he visto grandes calas de aguas cristalinas en Fuerteventura e increíbles playas de arena negra como el carbón en La Palma, este lugar tiene un encanto especial.

¡Qué más se puede pedir que pasar un día de invierno tomando el sol y nadando en aguas claras y llenas de vida! Antes de volver a mi apartamento, pasé por el mítico Charco Verde. Los colores del lugar se funden en los ojos, el agua verdosa, el potente océano azul, la arena negra y la tierra rojo profundo.

Cuando volvió a amanecer, fui a pasar el día a la vera de los acantilados de Famara, en una playa inmensa de arena oscura que te hace sentir parte del paisaje. Me bañé entre surfistas y cené rico pescado fresco en uno de los restaurantes del pequeño pueblo.

Carretera con montañas y cielo azul al fondo en Lanzarote

Carretera a la playa de Famara en Lanzarote

Arquitectura integradora

Para mí, esta fue la gran sorpresa de Lanzarote, una visión innovadora de la naturaleza y el turismo. Y es que cualquiera que haya visto de cerca la obra del gran César Manrique tiene que haberse preguntado al menos cómo podemos hacer de la naturaleza parte integral de nuestras construcciones.

La casa del volcán es un sueño hecho realidad. No me extraña que fuera la residencia que el artista eligió. Aprovechando varias burbujas volcánicas, creó un paraíso que parece sacado de una película de ciencia ficción. Es lo que se consigue cuando se venera el entorno, que se deja así amoldar para crear un espacio útil para la vida y los sentidos.

Conduciendo 30 minutos hacia el norte, llegué al Mirador del Río, diseñado también por el artista lanzaroteño. El archipiélago Chinijo asoma ya desde el parking. Ver una isla tan pequeña como La Graciosa en su totalidad, flotando en el mar, fue uno de los momentos que más recuerdo del viaje. Por dentro del mirador, destacan las curvas suaves y el exterior que se confunde en la roca.

De vuelta ya al centro de la isla, pasé por el Museo Lagomar, lugar con una pintoresca historia que perteneció en su día al actor Omar Sharif. Es una edificación insólita, encuadrada en una antigua cantera que continúa con la visión que proyectó Manrique en la isla. Cuando acabé la visita, fui a descansar porque aún me quedaba otra gran aventura.

La Graciosa, una isla única

Me desperté pronto y fui a la parte más norte de la isla, el puerto de Órzola. Después de un merecido café, me embarqué en una travesía de ferry corta pero impresionante a La Graciosa, la última isla en incorporarse oficialmente al archipiélago. Desde el barco, se veían los grandes acantilados de Lanzarote y los pájaros, volando por encima de las olas.

Isla pequeña y bonita, sin asfalto ni grandes infraestructuras. La Graciosa parece alejada del mundo moderno y es sin duda un lugar extraordinario para la exploración y el descanso. Cogí un jeep-taxi para después caminar un poco hasta la playa de la Cocina. Hacer snorkel en las aguas cristalinas fue una experiencia maravillosa.

En pocos minutos llegué a la playa de la Francesa y descansé allí otro rato, observando a los turistas que paraban por tiempo limitado con un catamarán, y alegrándome de haber elegido una excursión en ferry para poder pasar todo el día en este maravilloso refugio natural.

Antes de regresar a Lanzarote en el último ferry de Líneas Romero, aproveché para tomar algo en un bar de Caleta de Sebo, con vistas a la isla vecina y los rayos del sol cayendo al final de la tarde.

Vista panorámica de la isla de La Graciosa desde un mirador en Lanzarote

La isla de La Graciosa desde el Mirador del Río en Lanzarote

El sexto día llegó y me tocó volver a la rutina. Pero aquel viaje había sido renovador y me fui sabiendo que pronto volvería a soñar en la isla de 1000 los volcanes.


Sobre la autora

Hola, soy Noah Fernández, Brand & Content Associate en Ferryhopper. Soy de las Islas Canarias, así que me encanta escribir contenido y dar consejos a todas las personas que quieran visitar mi hermoso archipiélago. También viajo regularmente por España y el extranjero y me gusta fotografiar a la gente interesante que conozco. Cuando no estoy escribiendo, ¡me puedes encontrar disfrutando del sol y del buen tiempo en la playa de Las Canteras! 🌊